La verdad sobre la luz: una lectura para mujeres en transición

Hay libros que llegan en el momento justo, cuando la vida nos invita a detenernos, mirar atrás y preguntarnos quiénes somos ahora.
La verdad sobre la luz, de la escritora islandesa Auður Ava Ólafsdóttir, es uno de ellos.

Aunque no habla directamente de menopausia ni de hormonas, su esencia vibra en la misma frecuencia que la perimenopausia: esa etapa de tránsito en la que el cuerpo cambia, las certezas se disuelven y la voz interior comienza a reclamar su espacio.
Desde la mirada de una mujer en proceso de autoconocimiento, esta novela puede ser profundamente sanadora y simbólicamente útil.

Te cuento por qué.

Explora los ciclos de la vida

La protagonista, Dýja, es comadrona. Acompaña nacimientos, pero también presencia pérdidas, silencios y finales.
La historia nos recuerda que la vida se construye entre luces y sombras, y que cada cierre lleva en sí la semilla de un nuevo comienzo.

La perimenopausia, al igual que la labor de Dýja, nos invita a reconciliarnos con los ciclos naturales: con lo que muere, con lo que nace, con lo que sigue brillando incluso cuando parece apagado.
Es una lectura que enseña a mirar el cambio con ternura y a aceptar que el final de una etapa puede ser el inicio de otra, igual de luminosa.

Dýja es una mujer que observa más de lo que habla. Su fortaleza nace del silencio, no de la acción.
En la perimenopausia, muchas mujeres sienten ese mismo impulso de recogimiento: menos ruido, más sentido.
El personaje encarna a la mujer sabia, esa que deja de cuidar a todos para empezar a cuidar su propia voz.
Leerla es un recordatorio de que el valor también puede habitar en la quietud.

El paisaje como espejo

El paisaje islandés es uno de los grandes protagonistas de la novela.
El clima cambiante, la luz que nunca se apaga del todo, el frío y el calor que conviven… son una metáfora perfecta del cuerpo y la mente en transformación.
Durante la perimenopausia, el cuerpo se convierte en territorio desconocido: cambian los ritmos, los deseos, la energía.
La autora convierte ese desorden en belleza. En lugar de resistirse, lo describe, lo honra, lo abraza.
Y eso mismo es lo que necesitamos aprender: no controlar, sino escuchar.

El linaje femenino

La verdad sobre la luz está llena de presencias femeninas. Mujeres que trajeron vida, que sostuvieron a otras, que dejaron un hilo invisible de sabiduría.
En la perimenopausia suele emerger una necesidad de mirar hacia atrás: ¿de dónde vengo?, ¿qué legado dejo?, ¿qué quiero conservar?
Esta novela despierta ese sentido profundo de pertenencia. Nos invita a reconciliarnos con nuestras ancestras, a reconocer que somos la continuación de muchas luces.

Serenidad y esperanza

A pesar de su tono melancólico, la novela destila serenidad.
No idealiza ni dramatiza: muestra la vida tal cual es, con ternura, silencio y aceptación.
Esa calma nórdica que atraviesa cada página actúa como un bálsamo para quienes viven una transición vital.
Nos recuerda que el cambio no es pérdida, sino transformación.

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Porque, igual que en la novela, la luz nunca desaparece del todo.
Solo espera a que aprendas a mirarla de otra manera.

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